
Me desperté en este lugar.
Al lado de la aguja y el hilo.
Sin anestesia porque pensabas que ya no dolería.
Condenado a una larga resaca de hielo derretido.
Con síntomas de congelación en todos aquellos lugares en los que me tocaste.
En plena fotosíntesis del corazón.
Porque el oxígeno eras tú y ahora que no estás no me mueve cualquier aire.
Hemos aprendido que por un paso mío y otro tuyo, hoy estamos aquí los dos pasando.
Pasaste del paso a la zancada, ganaste la carrera y de medalla un pedazo de mí te colgaste.
Y a pedazos no pude llegar a la meta.
Por eso volví a la salida esperando encontrarme de nuevo allí aunque solo mi sombra descubrí.
Sigue siendo una tortura aunque ya no grite.
El dolor sigue siendo dolor aunque no duela.
Tu tranquilidad estaba en mi silencio y me cosí los labios.
Suerte que nunca necesitaré palabras para expresar lo que siento.
Solo escribir me queda.
Lo hago en letra baja.
A la vuelta de la esquina.