
Otro viaje de vuelta con los bolsillos vacíos.
Otra vez a desandar unos pasos que duelen recorrer al revés.
Siempre en la dirección equivocada, por lo visto.
Porque estar siempre en medio cuando no sabes dónde está tu sitio es una tarea hercúlea.
Todo ello después de encontrar el camino, de saber cuál es el destino que nunca cumplirás.
Porque hasta Campanilla se cansó de perseguir a Peter Pan.
Bolsillos vacíos pero el corazón lleno, también muy roto, esta vez desbordado de tanto que dar.
Lo poético es que cuando más quieres dar y menos pides, no llegas al corte.
Y así, corte a corte, he llegado al hueso.
Hasta los huesos, este alma en pena se va.
O me han echado.
Porque hacerte elegir entre lo malo y lo peor, también puede ser una forma de decirte que te largues.
Hasta los huesos por ti.
Pero ya “no me vale”. No me digáis que la vida no es poética.
No me digáis que la vida es bonita.
A la vuelta de la esquina.