Realmente hay algo precioso en las cosas malas.
Hay una lección.
No hay elección.
Nunca sabemos muy bien qué será malo hasta que no llegamos al final.
El final es lo que da sentido a lo que hacemos.
El final es una condena a cadena perpetua de que ya no volverá.
Es también precioso pensar en el carpe diem de lo pasado.
Sabiendo que no vivimos el momento.
Nunca lo vivimos.
Solo nos gusta recordarlo con la ilusión de haberlo vivido de verdad.
Como si fuese mentira. Una más.
Puede que la piedra sólo sea la excusa para tropezar.
Lo precioso de los finales es que acaba con todo.
Lo hace intangible.
Porque el mundo no está preparado para que seas de verdad.
Pero no acepta una mentira.
No hay nada más de verdad que un final.
Los finales dictan sentencia.
El cielo antes del anochecer nunca miente y contigo era más bonito. Mentirse…
Qué pena que fueses una estrella fugaz.
Y yo sin deseos.
Lo que sientes, es lo que eres.
A la vuelta de la esquina.