Y ahora que todo ha pasado, después de la tormenta y de la oscuridad, me queda la sensación de tener sólo medio corazón. Parece que he perdido la otra mitad en el camino. Sin más.
Voy con lo justo para vivir, respirar y poco más. Con suerte.
Mal final. Al final di las gracias por dejarme vivir así, a medias, porque es que ya no quiero otra cosa.
Odio el surrealismo y la justicia poética de lo que ves venir pero está tan cerca que ya ¿para qué apartarse? Y dejas que te lleve porque ya de todos modos estabas perdido y perderse un poco más es el camino.
Temblando y con el miedo en el cuerpo. Con el medio en el pecho. Sólo medio.
Quizás en las migas de pan de este blog se encuentre el mapa que me lleve hasta la otra mitad.
Que pereza volver atrás, a empezar de cero.
A la vuelta de la esquina.