Se abre a su paso sin permiso, te trae arrugas si tienes suerte, se lleva tu infancia, a tu familia, a tu primer amor, al último y te deja para el final, para tu final.
Es un huracán, fugaz en la felicidad, dantesco y eterno en la amargura.
Nos hace valorar cada momento y maldecirlo cuando no tenemos de él.
Nos mide y nos condiciona, es una condena incierta y la incertidumbre de su duración es lo que lo hace bonito, la hace bonita.
Lo único devastador es el tiempo. No lo controlamos, va de la mano de la vida y juega con nosotros.
Vive, disfruta.
El tiempo se acaba a la vuelta de la esquina.